Zazen es la práctica de sentarse y estar presentes. No es una técnica para “conseguir algo”, sino una forma de unificar cuerpo, respiración y mente aquí y ahora. En este breve artículo introductorio comparto lo esencial: cómo sentarte, cómo respirar y qué actitud cultivar mientras “simplemente te sientas”.
La postura del cuerpo
Siéntate sobre un zafu, estable y con la base firme. Las rodillas descansan en el suelo y dan estabilidad; la espalda se alarga recta, hombros sueltos, nuca larga y mentón ligeramente recogido. Los ojos quedan entreabiertos, con la mirada posada en el suelo a un metro sin fijarla. Las manos reposan sobre el vientre formando el mudra cósmico: palma izquierda sobre derecha y los pulgares apenas tocándose en una línea horizontal. Boca cerrada, lengua en el paladar. No es una pose forzada: es una quietud viva, atenta.
La respiración
Respira por la nariz y deja que la exhalación sea lenta y profunda desde el abdomen; la inspiración llega sola, sin tirarla. Piensa en vaciar con suavidad más que en tomar aire. Una respiración silenciosa y amplia asienta el cuerpo, aclara la cabeza y te devuelve al centro cada vez que te dispersas. Si notas agitación, vuelve a una espiración larga; si aparece calma, deja que se haga aún más fina. En caso de que necesites practicar el arte de la respiración de una manera sencilla, te recomiendo la práctica que la profesora Caro Moreno comparte al final de esta entrevista.
La actitud de la mente
No busques resultados ni escenas místicas. Zazen es “solo sentarse”: dejar pasar lo que viene y volver, una y otra vez, a la postura y a la espiración. Cuando surjan pensamientos, recuerdos o planes, no los empujes ni los sigas; reconoce su paso y regresa al presente del cuerpo. Es una atención amable y despierta, sin prisa y sin objetivo, en la que la mente se tranquiliza por sí misma.


Entrevista a Carolina Moreno, profesora de Yoga
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