De todas las enseñanzas que años de práctica de Hatha Yoga y Mindfulness me han dado, hay una que siento esencial como padre: estar presente no es solo estar físicamente, sino compartir cada momento con intención.
Esta semana, el de 6 y yo hemos salido a hacer fotos juntos. El pequeño veía que me enfrasco con la cámara y se ha interesado en participar del hobby. Nuestras salidas con la cámara han resultado una lección profunda.
Mientras yo le enseñaba a manejar la cámara, él me mostraba algo que yo había olvidado: la valentía de mirar el mundo sin filtros, sin autocensura, sin miedo a sacar una foto sin preguntar. Creo que ser un padre consciente es, en parte, aceptar que no sabemos más que los hijos, sino que se trata más de un «toma y daca», de estar abierto a aprender de una mirada más fresca y pura. Es una invitación a conocerte de nuevo.
Vivir con plenitud estos momentos de conexión es mucho más importante que enseñarles grandes ideas, porque lo esencial no es qué les damos a nuestros hijos, sino cómo estamos con ellos, cómo compartimos y disfrutamos lo cotidiano.
Muchas veces, como padres, queremos enseñarles cosas grandes, elevadas, ideales que a veces ni nosotros mismos disfrutamos. Hay quien somete a sus críos a óperas infumables, o a una sucesión diaria de actividades que ellos “nunca pudieron hacer”, obviando que la verdadera conexión está en lo simple, en compartir un hobby que te apasiona, aunque sea tan bobo como tirar fotos. No se trata de imponer, sino de acompañar, de disfrutar el proceso y de aprender tanto de ellos como ellos de nosotros.
La paternidad consciente, al final, no es un ideal inalcanzable para el que se necesita tiempo del que no disponemos, es tan sencillo como compartir una conexión los pocos o muchos ratos que estamos con nuestros hijos.
Las fotos que veis aquí, todas tomadas por mi hijo, son testigos de esa conexión.










Deja una respuesta